El uso de la mentira

Siempre he tenido cierta facilidad a la hora de empatizar con los demás, de identificar sentimientos, pensamientos, o simplemente de advertir cuando alguien no tiene muy buenas intenciones, aunque sus expresiones y gestos intenten simular todo lo contrario.

No voy a negar que es una capacidad muy útil para afrontar el transcurso de la vida y durante nuestra socialización con los demás, sobre todo cuando lo hacemos con desconocidos. Sin embargo, en muchas ocasiones se torna en desilusión y decepción cuando, en las relaciones con familiares y amigos, adviertes una mentira o cualquier otro intento de manipulación.

Según la Real Academia de la Lengua Española la definición de mentira es la siguiente:

Expresión o manifestación contraria a lo que se sabe, se cree o se piensa.

Partiendo de esa definición, para mí, la mentira es un recurso no muy ético, útil, pero siempre que no se desvirtúe y banalice su uso. Todos hemos mentido alguna vez y el que diga que no, está mintiendo precisamente en ese instante. La mentira es una cualidad innata de todo ser. En nuestra lucha por la supervivencia hacemos uso de ella de forma sistemática, y es que incluso en la naturaleza podemos encontrar infinidad de intentos de manipulación de la realidad.

Existen distintos tipos de mentiras, que se distinguen dependiendo de la finalidad para las que son usadas. Una de ellas es la mentira oficiosa.

La que se dice con el fin de servir o agradar a alguien

En este caso es usada con un buen fin.

El uso de la manipulación de la percepción para beneficio propio y demás prácticas similares son herramientas muy útiles para nuestro posicionamiento dentro de la sociedad. Podríamos entonces llegar a decir que una persona que es capaz de hacer un buen uso de la mentira tiene muchas más probabilidades de éxito. Ésta afirmación es un poco tendenciosa porque también se trata de un arma de doble filo. Mientras la mentira no sea advertida, podemos seguir indefinidamente regocijándonos de nuestra ventajosa posición. El problema aparece cuando se descubre al mentiroso, después de ese momento y dependiendo de la gravedad, se puede llegar a perder la credibilidad en una persona para siempre.

Hay cierto tipo de personas que usan la mentira cómo algo normal en el trato y relación con los demás. Por ejemplo podemos verlo claramente en los debates de televisión, cuando los interlocutores disfrazan con mil artimañas la realidad en su intento de obtener la razón a toda costa o para que el espectador adopte su discurso como el verdadero.

Este tipo de personas, dentro de su halo de superioridad intelectual y en su uso normalizado de ésta manera de actuar, no se percatan de que en muchas ocasiones tratan con personas más avispadas que ellos. Personas que se dan cuenta rápidamente del engaño fijándose sólo en pequeños detalles que para la mayoría pasan inadvertidos.

El uso de la mentira requiere de una cierta capacidad intelectual y supongo que la expresión «Se pilla antes a un mentiroso que a un cojo» nos hace referencia a ello. El mentir con malas artes sin ser descubierto es algo que no todo el mundo es capaz de hacer.

Es por ello que cuando identifico que alguien está intentando engañarme siento una profunda rabia o decepción, dependiendo del grado de afinidad que me una a esa persona, porque no hay cosa que me de más coraje que me tomen por tonto.

Comentarios

comments